Es conocido que durante los seis primeros años de vida los niños construyen los cimientos para ser lectores competentes, por lo que los especialistas recomiendan que los bebés tengan contacto con los libros desde bien pronto.
La Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), con motivo del Día Internacional del Libro, ha recordado que promocionar el hábito de la lectura desde edades tempranas influye no sólo en la capacidad lectora sino en el desarrollo integral del niño o niña.
Ya desde que nacen, el contacto con los libros promueve la denominada “lectura emergente”, en varias fases.
* Antes de los 2 años la lectura emergente significa la toma de contacto con el texto impreso, comenzando por diferenciar dibujos y objetos de las grafías, conocer que ambos se relacionan entre sí, y más adelante empezar a conocer la estructura de las historias narradas, que contienen principio, desarrollo y final.
* A nivel cognitivo-emocional, la lectura emergente significa acercarse a otras realidades y, aunque muy ligada a los sentidos (estadio sensorio-motor), es transmisora de emociones (a través de las voces, el tono…). La lectura emergente es también acercarse y familiarizarse con un nuevo objeto lúdico que es el libro, para el cual se puede dedicar un momento mágico del día.
* A partir de los 2 años, el niño deja de ser prelingüístico, por lo que esta lectura emergente se dirige ahora hacia el progreso del lenguaje y al enriquecimiento de su vocabulario. Con ello se va formando los cimientos para el posterior desarrollo de la lectura.
* Cuando el niño inicie el aprendizaje de los grafemas (algunos expertos afirman que debería ser a partir de los 3 años) empezará, a su vez, la interpretación de que esos pequeños trazados son las letras. A partir de este momento se abre un camino de infinitas posibilidades para el desarrollo de la persona.
* Incluso la lectura pasará a convertirse en un acto individual, privado, en el que el niño o niña disfruten de los mundos mágicos de las lecturas y sigan desarrollándose como personas a partir de los libros y por ellos mismos.
En todo este proceso recordemos que es esencial el ejemplo, el leer delante de los pequeños y crear hábitos y momentos familiares en torno a un texto escrito, que pueden ser desde cuentos, a recetas de cocina, catálogos de juguetes, periódicos… Se trata, al fin y al cabo, de familiarizarlos con el papel escrito.
23 mayo, 2008
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